Después de un maldito día en el tráfico

Escribir desde la ciudad, habitándola, escondiéndose en ella o explorándola. Escribir poemas que no hablan de ella pero que, sin embargo, están cargados de su complejidad. Derramarse en sus calles pero evitando llegar a sus lindes. Estar en quietud ante su realidad envertigada (bien decía Kierkegaard “Reaccionar en la angustia o ante ella es el infierno”). Habitar sus fabulaciones, su cerco, su acantilado y su fosa común. Estar encadenado a su jardín, a sus leones, a su voracidad. Agradeciendo siempre sus cortes, su humana intimidad con los despojados (que somos todos), su estilete oficiando sobre la cabeza.

Comentarios

ángel dijo…
Hola Rocío, he pasado a conocer tu blog estupendo y a invitarte a recorrer el mío. Es de poesía. En él añado mensualmente 11 poemas de diferentes autores. Espero lo disfrutes y, para cuando puedas pasearte por ahí, desde ya te doy la bienvenida.
Saludos....

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