Medidas de índole práctica (y como formas de resistencia, añadiría yo) para los poetas del siglo XXI ideadas por José Kozer
(José Kozer en una carta me ha, generosamente, enviado una ponencia que dió en Brasil en torno a la poesía. Por razones de espacio no la pondré completa pero creo que estos puntos son lo suficientemente lúcidos como para pensar a fondo el papel y acción del poeta en nuestros días.)
Medidas de índole práctica
1. Que todo poeta se comprometa a comprar, como mínimo, una vez al mes, un libro de poesía de algún poeta vivo.
2. Que el poeta sea pedagogo de su propia poesía, que no le haga ascos a explicársela a los neófitos, a posibles lectores futuros. Explicar nuestro trabajo no es denigrante ni menoscaba ese trabajo.
3. Que el poeta deje de regalar sus libros, de enviarlos de gratis. Se comprende que de vez en cuando regalemos un libro nuestro, pero es incomprensible que la norma sea regalarlo siempre. Incluso, considero que los primeros que tienen que comprar nuestros libros son nuestros amigos íntimos, otros poetas, la propia familia (la madre que compre tres ejemplares, el padre al menos dos). El hábito de regalar nuestras publicaciones es el primero que hay que romper.
4. Crear bancos de distribución de libros de poesía, a los que el público pueda acudir a comprar dichos libros; bancos que también pueden crearse (inventarse) a través de internet y demás medios que la tecnología nos brinda (explotemos la tecnología para nuestro propio beneficio, y que ésta no sea para el beneficio exclusivo de los vendedores de chatarra).
5. Exigir a los gobiernos de nuestros países la inversión de un porcentaje (por ejemplo el 05.%) del presupuesto nacional en poesía y asuntos relacionados con la poesía, como son, encuentros de poesía, editoriales pequeñas, casi caseras, subvencionadas con los dineros del fisco (en primera y última instancia, se trata de nuestros dineros) o becas de asueto que les dejen a los poetas uno o dos años libres para poder vivir inmersos en su trabajo creador.
6. Intentar encuentros de poesía en los que poetas de distintos registros y lenguas comuniquen entre sí y al público las dificultades inherentes a la creación y a ganarse la vida sin tener que malquistarse ni con la vida ni con la creación. Estos encuentros pueden fascinar, seducir, al público, ese público en cuyo potencial lector hemos de tener una fe, y hemos de invertir. En esos encuentros se pueden vender nuestros libros, se debe cobrar una entrada, se debe debatir y ventilar, con respetuosa apertura, asuntos de nuestra consideración. Las ganancias de la venta de libros y entrada al encuentro se deben dividir en cuatro partes iguales: una para el poeta participante, otra para el pequeño editor de poesía, una tercera para futuros encuentros (creándose así una continuidad) y una cuarta parte para crear bolsas de ayuda a poetas necesitados.
Si tienes más medidas prácticas, escríbelas en los comments de este blog o bien envíalas a rocio.ceron@gmail.com
Medidas de índole práctica
1. Que todo poeta se comprometa a comprar, como mínimo, una vez al mes, un libro de poesía de algún poeta vivo.
2. Que el poeta sea pedagogo de su propia poesía, que no le haga ascos a explicársela a los neófitos, a posibles lectores futuros. Explicar nuestro trabajo no es denigrante ni menoscaba ese trabajo.
3. Que el poeta deje de regalar sus libros, de enviarlos de gratis. Se comprende que de vez en cuando regalemos un libro nuestro, pero es incomprensible que la norma sea regalarlo siempre. Incluso, considero que los primeros que tienen que comprar nuestros libros son nuestros amigos íntimos, otros poetas, la propia familia (la madre que compre tres ejemplares, el padre al menos dos). El hábito de regalar nuestras publicaciones es el primero que hay que romper.
4. Crear bancos de distribución de libros de poesía, a los que el público pueda acudir a comprar dichos libros; bancos que también pueden crearse (inventarse) a través de internet y demás medios que la tecnología nos brinda (explotemos la tecnología para nuestro propio beneficio, y que ésta no sea para el beneficio exclusivo de los vendedores de chatarra).
5. Exigir a los gobiernos de nuestros países la inversión de un porcentaje (por ejemplo el 05.%) del presupuesto nacional en poesía y asuntos relacionados con la poesía, como son, encuentros de poesía, editoriales pequeñas, casi caseras, subvencionadas con los dineros del fisco (en primera y última instancia, se trata de nuestros dineros) o becas de asueto que les dejen a los poetas uno o dos años libres para poder vivir inmersos en su trabajo creador.
6. Intentar encuentros de poesía en los que poetas de distintos registros y lenguas comuniquen entre sí y al público las dificultades inherentes a la creación y a ganarse la vida sin tener que malquistarse ni con la vida ni con la creación. Estos encuentros pueden fascinar, seducir, al público, ese público en cuyo potencial lector hemos de tener una fe, y hemos de invertir. En esos encuentros se pueden vender nuestros libros, se debe cobrar una entrada, se debe debatir y ventilar, con respetuosa apertura, asuntos de nuestra consideración. Las ganancias de la venta de libros y entrada al encuentro se deben dividir en cuatro partes iguales: una para el poeta participante, otra para el pequeño editor de poesía, una tercera para futuros encuentros (creándose así una continuidad) y una cuarta parte para crear bolsas de ayuda a poetas necesitados.
Si tienes más medidas prácticas, escríbelas en los comments de este blog o bien envíalas a rocio.ceron@gmail.com
Comentarios
saludos y muy buen post.
te seguire visitando.
saludos Antonio.
Ojalá se enteren los poetas...
Los poetas a darse pullazos de heroína y morir a los 26.
Es lo que mejor saben hacer.
Un lenguetazo en las nalgas, cortesía de la toncha!