Diorama, una reseña de Carlos Santibáñez Andonegui
"La de Rocío Cerón es una poesía que resuena en
nuestra caja timpánica como aquella belleza de la miseria en
residuo, toda hecha a base de trazos radioactivos, de tracería radial. Y
para esta poesía, ¿que es la boca, sino potencia del soplo dentro, o aurora
boreal? La verdadera poesía se reconoce inmediatamente porque no admite
sinonimia, cambio, canjeabilidad. No hay canje posible: ahí está la poesía:
“Tanto griterío tanta cabeza girando”. Los conceptos de fondo del poema, son
múltiples y cambiantes. Pero las palabras, no. Las palabras son únicas e
insubstituibles. Cambiarlas, sería destruir el poema. Son absolutamente
autónomas. Si la oración se define como un sintagma bimembre autónomo
sintácticamente, el poema se define como un sintagma incluyente, autónomo
semánticamente, que resurge del caos para exclamar: “Reluce el cuerpo. Metal y
aire en punta de lengua”. Y lo que cuenta, diremos para cerrar estos
apuntes de aproximación al temple de Rocío Cerón, “¡es estar allí en
esplendor”!", Carlos Santibáñez Andonegui.
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