I LOVE LIMA
Desde la playa de la Herradura, sitio mágico donde pasó algunos de sus últimos días Lucho, el gran Lucho Hernández, y como debe ser: con una buena cerveza Cristal y un puñado de canchita en la boca. Y oyendo en la cabeza los versos de otro grande, Enrique Verástegui, de su libro En los extramuros del mundo:
"Yo vi caminar por las calles de Lima a hombres y mujeres
carcomidos por la neurosis,
hombres y mujeres de cemento pegados al cemento aletargados
confundidos y riéndose de todo.
Yo vi sufrir a esta gente con el ruido de los claxons
sapos girasoles sarna asma avisos de neón
noticias de muerte por millares una vision en la Colmena
y cuántos, al momento, imaginaron el suicidio como una ventana
a los senos de la vida
y sin embargo continúan aferrándose entre
marejadas de Válium
y floreciendo en los maceteros de la deseperación.
(...)
Yo vi hombres y mujeres vistiendo ropas e ideas vacías
y la tristeza visitándolos en los manicomios.
Y vi también a muchos ir gritando por más fuego desde los autobuses
y entre tanto afuera
el mundo aún continúa siendo lavado por las lluvias,
por palabras como éstas que son una fruta para la sed."
Recordando también el amor, ese gran amor que sólo puede nacer en Lima. Y a los grandes amigos, cómplices como Paul, Ildefonso, la Cabel, el MAZ, el Higa, Yrigoyen, Violeta, Gonzalo, Frank, Giancarlo, los messies Corcuera y Degreori, en fin, todos aquellos que me recuerdan cada vez que voy a Lima porqué esta ciudad, "FrigoLima" en invierno (terrible y húmedo) guarda su mejor rostro en su gente.
Y sólo el mar sabe nuestro secreto.
"Yo vi caminar por las calles de Lima a hombres y mujeres
carcomidos por la neurosis,
hombres y mujeres de cemento pegados al cemento aletargados
confundidos y riéndose de todo.
Yo vi sufrir a esta gente con el ruido de los claxons
sapos girasoles sarna asma avisos de neón
noticias de muerte por millares una vision en la Colmena
y cuántos, al momento, imaginaron el suicidio como una ventana
a los senos de la vida
y sin embargo continúan aferrándose entre
marejadas de Válium
y floreciendo en los maceteros de la deseperación.
(...)
Yo vi hombres y mujeres vistiendo ropas e ideas vacías
y la tristeza visitándolos en los manicomios.
Y vi también a muchos ir gritando por más fuego desde los autobuses
y entre tanto afuera
el mundo aún continúa siendo lavado por las lluvias,
por palabras como éstas que son una fruta para la sed."
Recordando también el amor, ese gran amor que sólo puede nacer en Lima. Y a los grandes amigos, cómplices como Paul, Ildefonso, la Cabel, el MAZ, el Higa, Yrigoyen, Violeta, Gonzalo, Frank, Giancarlo, los messies Corcuera y Degreori, en fin, todos aquellos que me recuerdan cada vez que voy a Lima porqué esta ciudad, "FrigoLima" en invierno (terrible y húmedo) guarda su mejor rostro en su gente.
Y sólo el mar sabe nuestro secreto.
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